Terapia asistida con perros en tercera edad

Todas las sesiones de Terapia Asistida con Animales deben basarse en una evaluación, realizable al inicio, durante el tratamiento y al final. 

Nos encontramos ante un grupo de cuatro usuarios, heterogéneo, las patologías presentes son:

  • Mujer de 70 años, sin antecedentes personales de interés, acude al centro debido a que se olvida citas médicas, tiene que apuntarlo todo ya que si no se le olvida. En más de una ocasión se ha desorientado en la calle y ha tenido que ser ayudada para llegar a casa. En muchas ocasiones la familia refiere que se encuentra apática e irritable. 
  • Varón de 62 años, presenta alteraciones de conducta. Tiene poca iniciativa para hacer cosas, carece de empatía, no es consciente de su enfermedad y presenta desinhibición. Su familia refiere que siempre ha vivido rodeado de animales. 
  • Mujer de 67 años. Antecedentes de hipertensión arterial, diabetes mielitus y obesidad. Presenta dificultades para encontrar palabras. 
  • Varón de 82 años. Lleva 4 años con pérdida de memoria, repite y pregunta las mismas cosas. Grita y escenifica los sueños por la noche. 

Antes de empezar con las actividades de una sesión hay que señalar que al inicio de tratamiento se deben fijar tanto objetivos generales como específicos grupales. Así mismo, se deben establecer objetivos individuales. 

A continuación, señalo ejemplos de objetivos:

Objetivos generales

  • Mejorar el estado anímico de los pacientes. 
  • Fomentar relaciones sociales. 

Objetivos específicos

  • Realizar actividades a través del perro que promuevan sonrisas, buenos momentos. 
  • Realizar actividades que promuevan la interacción entre los usuarios. 

Objetivos personales de la primera mujer

  • Rehabilitar la función cognitiva memoria. 
  • Mejorar su estado anímico.

La estructura de la sesión se compone de inicio, nudo y desenlace. 

En el inicio lo que se hará es pasar por cada usuario con el perro para que le saluden y nos cuenten como se sienten, como han pasado la semana y para que nos cuenten aquello que quieran. 

Tras eso, se realizarán una o dos actividades centrales dependiendo del desarrollo de la sesión. 

Primera actividad: aro y perro salta

Los usuarios tendrán que montar un aro montable, para ello tendrán que hablar entre ellos para saber como hacerlo. Así mismo se aprovechará para que los usuarios nos digan los colores de las piezas, el orden en que lo van a montar. Una vez montado, los usuarios animarán al perro a que lo salte. 

Esta actividad tiene entre sus objetivos: fomentar el trabajo en equipo, el seguimiento de instrucciones, el reconocimiento de colores. 

Segunda actividad: perro y emociones

Colocaremos en una mesa emociones básicas humanas, una vez hecho eso, el perro irá pasando usuario por usuario para que saquen una tarjeta. Cuando lo hayan hecho eso, deberán identificar qué emoción está expresada en el perro para después emparejarla con la humana. Con cada emoción deberán contar una experiencia que hayan tenido con ella, por ejemplo, “siento alegría cuando mi familia viene a visitarme al centro”, “el perro siente alegría cuando sus propietarios le llevan al monte”. 

Esta actividad tiene entre sus objetivos: fomentar la expresión, estimular la memoria episódica, 

Actividad cierre

En la actividad de cierre, iremos con el perro usuario por usuario para que le cepillen, aprovecharemos para que nos cuenten que actividad es la que más les ha gustado y la que menos, también nos podrán decir qué actividad les gustaría hacer en la próxima sesión. 

Terapia asistida con caballos

Acude a sesión un niño de 5 años con un diagnóstico de trastorno del espectro autista (TEA). Tiene grandes dificultades para comunicarse de manera oral y está aprendiendo a comunicarse mediante PECS y bimodal. Disfruta mucho con cualquier tipo de movimiento de balanceo. Los padres demandan trabajar motricidad fina, ya que ven importante que el niño adquiera más soltura en las manos para poder realizar los gestos del bimodal con más facilidad y para ir mejorando el agarre del lápiz en el colegio. También demandan aumentar tiempos de relajación, ya que acude muy alterado a terapia, y mejorar los tiempos de atención sostenida. En cuanto al niño, le gustan mucho los caballos. Disfruta mucho tocándolos y le encanta montar tanto al paso, como al trote. 

Teniendo todo esto en cuenta, se ha diseñado la siguiente sesión: media hora de cepillado y preparación del equino, puesta de casco y paseo montado encima del caballo. 

Antes de comenzar, se preparará una agenda visual en la que detallaremos cada uno de los pasos que el niño va a tener que seguir. De esta manera, le permitimos anticipar la secuencia de la sesión y saber qué tareas debe realizar antes de conseguir lo que quiere (en este caso montar). Mediante este recurso, le ayudaremos a mantenerse motivado y atento durante las actividades que le pueden suponer mayor esfuerzo y un menor interés (como puede ser el cepillado) o que incluso no le gusten (como por ejemplo el hecho de ponerse el casco, ya que muchos niños con TEA presentan una hipersensibilidad que provoca que rechacen el tacto de ciertas prendas o llevar la cabeza cubierta y eso es algo que se debe trabajar desde un principio). En este caso concreto, el niño no admite llevar ningún tipo de prenda en la cabeza, salvo el casco de montar, porque el hecho de irse de paseo le motiva lo suficiente como para soportar el casco durante media hora y de esta manera trabajamos también la tolerancia a la frustración. 

Los pictogramas de esta sesión en concreto reflejarán los siguientes pasos: saludo, cepillado del caballo, puesta de equipo, casco, montar y despedida. 

Cabe destacar que el cepillado del caballo es un proceso secuencial que debe mantener un orden concreto para llevarse a cabo de manera adecuada. En él, se emplean tres tipos de cepillos diferentes y cada uno se emplea de una manera diferente:

  • El primer cepillo que se debe emplear es la rasqueta, que el niño tendrá que utilizar dando círculos a contrapelo y, de esta manera, levantar cualquier tipo de porquería que el caballo pudiera tener en su pelaje. 
  • Posteriormente, se utiliza el cepillo de cuerpo. Se trata de un cepillo que el niño debe coger con ambas manos y deslizar a favor del pelo. Su función es arrastrar la porquería que se ha levantado con la rasqueta. 
  • Por último, hay que emplear el cepillo de cola y crin, que sirve para desenredar estas dos partes del cuerpo del caballo. 

En esta actividad, aprovechamos para trabajar múltiples facetas. Una de las mismas es la memoria a largo plazo, ya que debe acordarse de la secuencia de los cepillos. Podemos aprovechar también para trabajar aspectos como las partes del cuerpo si se han trabajado con anterioridad, o cualquier otro aspecto de interés. En este caso concreto, al querer enfocar el trabajo en mejorar la motricidad fina también, emplearemos pegatinas con iconos de emociones. Pediremos que vaya cogiendo algunas en concreto (trabajando la identificación de las emociones o la comprensión de descripciones sencillas de los iconos y la discriminación) y que las coloque en ciertas partes del caballo, ya que las conoce porque las hemos trabajado con anterioridad (por lo que también trabajamos la memoria a largo plazo de la que hemos hablado anteriormente). Además, el hecho de emplear las pegatinas, nos ayudará a que focalice mejor la atención durante el cepillado y a trabajar aspectos como la contención y la tolerancia a la frustración, ya que solo podrá emplear los cepillos para retirarlas. 

El hecho de poder tocar el caballo mientras lo cepilla, ayuda a que esta actividad resulte más atractiva para el niño, ya que le gusta mucho el tacto del pelaje de su compañero equino. Esta actividad permite, además, potenciar el vínculo existente entre el niño y el animal, ya que se están potenciando conductas de cuidado y aspectos como la responsabilidad y el sentimiento de pertenencia. 

Una vez cepillado el animal, el niño se encargará de ponerle el equipo. En este caso se tratará de una mantilla y un cinchuelo, ya que lo que nos interesa es que haya la mínima interferencia posible en la trasmisión de sensaciones desde el caballo al menor. Al tratarse de un niño pequeño, es probable que necesite ayuda para poder llevar y colocar el material, por lo que aprovecharemos para trabajar la petición de ayuda moldeando el gesto que debe realizar y promoviendo de esta manera su capacidad de imitar gestos y trabajando sus habilidades comunicativas. 

Una vez colocado el equipo, se procederá a la puesta del casco y a la monta encima del animal. Es importante destacar que el paseo no dará comienzo hasta que el niño no emplee el signo de “vamos” y comunique al animal de manera adecuada que se tiene que mover. Durante el paseo, el niño será el encargado de poner en marcha al caballo cada vez que se pare empleando este mismo gesto (y de esta manera profundizaremos aun más en los ya citados aspectos comunicativos, ya que está expresando que se quiere mover de una manera adecuada). De hecho, aunque en un primer momento es probable que tengamos que indicarle expresamente que debe hacer el gesto e incluso modelarlo, una vez se haya repetido esta dinámica varias veces, podemos procurar que el propio niño emplee el gesto de manera espontánea y así trabajar ya no solo la imitación, sino peticiones que el menor debe realizar por sí solo (esta habilidad podrá después generalizarse a su día a día). 

Además, para profundizar en esta faceta comunicativa, durante esta sesión será el niño quien elija a dónde quiere dirigir el caballo señalando entre varias opciones. En este caso concreto trabajar la conducta de señalar es importante, ya que tiene tendencia a emplear el dedo corazón en vez del dedo índice. Esta dinámica permite trabajar, además, aspectos como la toma de decisiones y ayuda a que la motivación del niño sea mayor, ya que toma un papel activo en la sesión. Durante el paseo además podemos trabajar otro tipo de peticiones, como la de trotar. Nosotras asignamos un gesto específico al trote que el niño debe aprender para después poder comunicar cuándo y dónde quiere trotar. Al tratarse de una actividad que le encanta, el niño se esfuerza por comunicar su petición y facilitamos que vaya adquiriendo competencias para poder comunicarse de una manera adecuada en todos los ámbitos de su día a día. 

Por último, emplearemos el resto del paseo para que el niño se relaje aprovechando el balanceo del caballo. A este niño en concreto, le gusta mucho darse la vuelta y tumbarse encima de la grupa del animal, por lo que si su estado de activación es elevado, emplearemos este recurso para conseguir la buscada relajación. Una vez terminado el paseo, el niño colaborará en la recogida del material y será entregado a sus padres. En este momento, se dará por finalizada la sesión. 

¿Qué son las intervenciones Asistidas con animales?

Las Intervenciones Asistidas con Animales (IAA) consisten en la participación de un animal en diferentes tipos de actividades. La asociación CTAC, referente tanto nacional como internacional, diferencia tres tipos de intervenciones: las terapias asistidas con animales (TAA), la educación asistida con animales (EAA) y las actividades asistidas con animales (AAA) (Ristol y Doménce, 2011, citado en Martos-Montes, Ordóñez-Pérez, de la Fuente-Hidalgo, Martos-Luque & García-Viedma, 2015). Profundizaremos en la explicación de estos tipos de intervenciones a continuación:

  • La terapia asistida con animales (TAA) consiste en un cúmulo de actividades terapéuticas en las que un profesional de la salud y un animal específicamente preparado para este propósito colaboran para conseguir objetivos beneficiosos a nivel psicológico, físico y social. El tipo de terapia se clasificará en función del profesional sanitario que lleve a cabo las sesiones (psicólogo, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional, etc.).
  • En cuanto a la educación asistida con animales (EAA) se trata de la intervención que tiene como objetivo facilitar la adquisición de contenidos a través de la interacción con en animal. En este tipo de sesiones participa un profesional de la educación. 
  • Por último, en las actividades asistidas con animales (AAA) el objetivo es la interacción con los animales desde una perspectiva lúdica, sin pretender alcanzar objetivos terapéuticos o educativos. Aún así, estos beneficios pueden darse de manera secundaria, pero es muy importante destacar que, como no son objetivos que se pretenden conseguir desde un principio, en este tipo de actividad no se monitorizan de ninguna manera (en los dos tipos anteriores si, los objetivos deben monitorizarse de alguna manera). 

Cabe destacar que las IAA no son intervenciones alternativas si no que buscan la complementariedad con otro tipo de programas. El animal cumple la función de motivador, reforzador y rompe las resistencias iniciales que pueda haber, facilitando así la realización de las sesiones y las interacciones entre beneficiarios, profesionales e incluso con familiares. 

¿Qué beneficios tienen las IAA?

Los beneficios que se consiguen mediante las IAA pueden ser psicológicos, sociales o físicos. Entre las mejoras psicológicas podemos señalar, la promoción de la identificación y expresión emocional, el aumento de la empatía y de la autoestima, así como el fomento de aspectos como la responsabilidad. 

En referencia a los beneficios sociales, podríamos destacar que el animal ayuda a promover la interacción entre las personas, fomenta el trabajo en equipo, incentiva el sentimiento de pertenencia a un grupo y promociona el seguimiento de instrucciones/normas. 

Por último, a nivel físico, señalamos el beneficio que puede suponer la interacción con los animales a nivel de relajación, ya que la temperatura corporal de los mismos es más elevada que la del ser humano. Este calor, ayuda a conseguir una relajación muscular en los usuarios, que, a su vez, facilita una relajación a nivel cognitivo y una mejor disposición hacia las actividades. 

En el caso de los caballos, además, al tratarse de un animal que puede ser montado, podemos beneficiarnos de su movimiento para trabajar aspectos físicos como el tono muscular y aspectos propioceptivos (como el equilibrio, por ejemplo).

¿Con qué colectivos se trabaja en las IAA?

Debido a que las IAA pueden estar destinadas a muchos tipos diferentes de destinatarios (discapacidad, tercera edad, violencia de género, drogadicción, etc.), nos parece más interesante enfocarnos en qué colectivos podrían no verse beneficiados de este tipo de intervenciones. En el caso concreto de las TAA, cabe destacar que cualquier persona que se planteara comenzar un proceso terapéutico podría ser un buen candidato para este tipo de terapias, siempre y cuando no sufriera de algún tipo de fobia y/o alergia que impidiera llevar a cabo las sesiones con normalidad (en el caso de las fobias podría ser útil, pero única y exclusivamente si se quisiera trabajar en la superación de esa fobia). 

En el caso de las terapias asistidas con caballos existen ciertas patologías físicas que están contraindicadas como las luxaciones de cadera o patologías que afecten a la columna, entre otras. Debido a este hecho, es indispensable que un médico lleve a cabo una valoración y certifique si la patología del posible destinatario de la terapia es compatible o no con la actividad. 

¿Por qué trabajar junto a perros y caballos en sesiones psicológicas?

Uno de los puntos más importantes a tener en cuenta a la hora de llevar a cabo este tipo de actividad terapéutica es la biofilia. La biofilia hace referencia al placer innato que experimenta el ser humano cuando interactúa con otros seres vivos y con la naturaleza. El término fue acuñado por el filósofo y psicoanalista Erich Fromm en 1973 y posteriormente difundido por Edward Osborne Wilson. Este último, la definió como la capacidad para maravillarnos con la vida que nos rodea. 

Basándonos en este término, el hecho de que un animal participe en sesiones terapéuticas puede facilitar que se den menos resistencias y una actitud más participativa por parte de los pacientes. Además, enmarcar la terapia en un entorno natural facilita la consecución de objetivos. Pero no solo eso, ya que el contacto con la naturaleza en sí mismo tiene ciertos beneficios, como un aumento de la relajación, la mejora del sistema inmune, promueve  también la capacidad de concentración y hace menos evidente para el usuario que se está en una sesión de terapia (algo muy útil en caso de adolescentes o pacientes con resistencias cara a comenzar un tratamiento psicológico). 

Los pacientes al interaccionar con un animal se muestran más abiertos a compartir confidencias, ya que no se sienten juzgados por parte del animal. Éste funciona como puente emocional entre el terapeuta y el paciente creando una triangulación muy útil en el trabajo terapéutico. Además, los perros y los caballos, por su cercanía a los humanos, poseen características que facilitan nuestro trabajo como terapeutas. Al tratarse de animales que se domesticaron hace siglos, el ser humano está muy familiarizado a interactuar con el tipo de interacción que necesitan este tipo de animales. Conoce su lenguaje no verbal y es capaz de comprenderlos, por lo que esta habilidad se puede utilizar para trabajar aspectos sociales con otras personas. 

El perro es un animal que presenta una gran versatilidad, ya que permite al terapeuta acudir con su compañía a diferentes entornos donde se precise su participación: residencias de tercera edad, colegios, gabinetes, hospitales etc. El caballo, en cambio, no dispone de esta ventaja, pero facilita una ruptura con las rutinas del paciente y potencia al máximo todas las ventajas que presenta el entorno natural. Por lo que ambos, con sus ventajas y desventajas, pueden ser un gran aporte para cualquier psicólogo que se haya formado en la introducción de estos animales en sus terapias. 

Como conclusión, nos gustaría destacar que las IAA permiten sumar las ventajas tanto del entorno natural como de la interacción con el animal, así como las propias habilidades y conocimientos del terapeuta, potenciandose entre ellas y alcanzando la posibilidad de llevar a cabo un trabajo psicológico excepcional. Por esta razón (y por todo lo citado a lo largo del texto), deberían destacar como un recurso muy a tener en cuenta por otros profesionales cara a plantear un trabajo multidisciplinar, siempre en aras de mejorar la calidad de vida de las personas a las que estén destinadas y contando con profesionales y animales debidamente preparados para llevar a  cabo este tipo de actividad. 

Nela Larrinaga Pardo

Arantxa Mugica Morera

Bibliografía

Fromm, Erich. 1973. The Anatomy of Human Destructiveness. New York: Fawcett Crest

Martos-Montes, R., Ordóñez-Pérez, D., de la Fuente-Hidalgo, I., Martos-Luque, R. & García-Viedma, M. R. (2015). Intervención asistida con animales (IAA): Análisis de la situación en España. Escritos de Psicología, 8(3), 1-10.

Wilson, E. (1989). Biofilia. México: Fondo de Cultura Económica. [/sociallocker]

¿Qué son los procesos cognitivos? Hoy, funciones ejecutivas

Como os contábamos en uno de nuestros primeros post los procesos cognitivos son los aspectos cerebrales que están relacionados con el procesamiento de la información, y nos permiten realizar diferentes tareas. En el post antiguo os hablábamos de la atención, ese proceso que nos permite ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor e interaccionar con el contexto, pero hoy vamos a hablar del jefe de la oficina, del proceso cognitivo que nos hace ser seres humanos y como no, el más complicado.

Para empezar a hablar de las funciones cognitivas, la función cognitiva, los procesos ejecutivos, el sistema ejecutivo, y un largo etcétera no queda otra que empezar por ahí, por las discrepancias que engloba este proceso para todo lo que significa, incluso para sus componentes. Es por eso que el término “funciones ejecutivas” se considera ambiguo y difícil de definir. Por lo que vamos a dejar atrás esa definición, que sigue siendo superficial y bastante abstracta, para centrarnos en los procesos o componentes ejecutivos. 

Pero aparece otro problema, ¿cuáles son esos componentes? Segundo problema ejecutivo, ¿las funciones ejecutivas son un constructo único? ¿o están formadas por distintos componentes? Para la primera pregunta existen unas 12 teorías bien consolidadas, y para la segunda unas seis. Sin embargo, nuestro famoso y querido Phineas Gage (paciente referente en la neuropsicología junto a HM, os animo a que conozcáis sus historias) tuvo, una vez más, un papel relevante en que la balanza ejecutiva se posicionara a favor de diferentes componentes en lugar de un único constructo.

Es por ello, por lo que mayoritariamente (sin significar esto que sea la aproximación más acertada), se habla del sistema ejecutivo dual. Un sistema que parece sacado de la dicotomía cerebro/corazón, es decir razón/emoción, dando lugar a lo que conocemos como funciones ejecutivas “frías”, que supuestamente permiten un tratamiento más racional de la información, y funciones ejecutivas “cálidas” que implican información emocional. Pero como todos sabemos no hay corazón sin cerebro y viceversa y lo mismo pasa con estos sistemas, la interacción de ambos es imprescindible y trabajan de forma complementaria.

¿Cuáles son los componentes ejecutivos “fríos”?

Se habla de tres componentes centrales: la memoria de trabajo, el control inhibitorio y la flexibilidad cognitiva. 

  • Memoria de trabajo: se trata de la capacidad de mantener información y trabajar con ella. Por ejemplo, cuando sumamos “de cabeza”.
  • Control inhibitorio: relacionado con la capacidad de inhibir respuestas automatizadas. Como cuando jugamos a un juego en el que no podemos responder ni si ni no. 
  • Flexibilidad cognitiva: ser conscientes de los cambios que ocurren en el contexto, sin atender a normas estrictas. Es decir, dejar de apretar los botones del mando a distancia cuando lo que ocurre es que se ha quedado sin pilas. 

Esos serían los tres centrales, pero también se habla de otro tres: ejecución dual, planificación y branching o multitarea.

  • Ejecución dual: que sería la capacidad de llevar a cabo dos actividades de forma simultánea (no hablar por teléfono y andar en círculos no cuenta) pero sí hablar por teléfono mientras trabajamos con el ordenador.
  • Planificación: la capacidad para prever o anticipar el resultado de una respuesta, pero también el ser capaces de identificar y organizar los pasos necesarios para alcanzar una meta (de nuestro interés). Desde organizar unas vacaciones hasta dar con la ruta más rápida para llegar al trabajo. 
  • Branching o multitarea: hablamos de la capacidad de organizar y realizar tareas de forma exitosa, simultáneamente pero intercaladas entre sí. Haríamos una tarea principal que interrumpiríamos para hacer otra. Por ejemplo, leer un libro y estar pendientes de que no se queme lo que tenemos en el fuego. 

¿Cuáles son los componentes ejecutivos “cálidos”?

  • Teoría de la mente: es decir pensar lo que otra persona puede estar pensado, pensaría o haría ante una situación concreta. El saber que tu madre te va a echar la bronca del siglo si no llegas a la hora acordada. 
  • Cognición social: se trata de un término para definir los procesos cognitivos que surgen en contextos sociales donde tenemos que tomar decisiones personales. Saber que no podemos cantar como si nos fuera la vida en ello en el autobús pero sí en un concierto.
  • Empatía: ponernos en el lugar de otra persona, experimentando sus sentimientos, pensamientos y experiencias sin que nos lo hayan dicho de manera explícita. Como cuando sabemos que alguien ha tenido un mal día por la cara con la que llega a casa. 

Bases neuroanatómicas de las funciones ejecutivas 

Detrás de todo esto se encuentra, principalmente, el córtex prefrontal, que recibe y envía información de casi todos los sistemas sensoriales, motores, subcorticales y cerebelosos. Actualmente se reconocen cinco circuitos fronto-subcorticales: motor, oculomotor, dorsolateral, orbitofrontal y cingulado anterior. 

Para saber más: 

Tirapu-Ustárroz J, Muñoz-Céspedes JM, Pelegrín-Valero C. Funciones ejecutivas: necesidad de una integración conceptual. Rev Neurol 2002;34 (07):673-685

Lopera, F. (2008). Funciones Ejecutivas: Aspectos Clínicos. Revista de Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, 8 (1), 59-76.

Musso, M.F. (2009). Funciones ejecutivas y control ejecutivo: una revisión bibliográfica mirando la arquitectura de la mente. Revista de Psicología, 5 (9), 106-123.

Tirapu-Ustárroz J., García-Molina A., Ríos-Lago M., y ArdilaArdila A. (2012). Neuropsicología de la corteza prefrontal y las funciones ejecutivas. Barcelona: Viguera.

Verdejo, A. y Bechara, A. (2010). Neuropsicología de las funciones ejecutivas. Psicothema, 22 (2), 227-235

¿Qué es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)?

Se trata de uno de los trastornos más prevalentes en la infancia y, por ello, de los más estudiados en los últimos años. A pesar de eso, todavía existen muchas dudas en cuanto a su definición, causas y tratamiento.

Definición

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo, caracterizado por falta de atención, hiperactividad y/o impulsividad. No se sabe con certeza las causas, aunque existe una tendencia familiar, lo que indica que puede haber factores genéticos, también está influido por factores ambientales. Este trastorno no implica por sí mismo ningún nivel de discapacidad pero que puede llegar a afectar de forma grave en el funcionamiento de la persona en el ámbito escolar, laboral, familiar, en las interacciones sociales en general y en su propio desarrollo.

El TDAH se expresa y diagnostica en la infancia por niveles inadecuados de conductas de inatención, impulsividad y sobreactividad motora, pero se considera que en la base del trastorno está una dificultad generalizada de autorregulación motivacional y emocional, y una disfunción en los procesos de funcionamiento ejecutivo. Aunque se trata de un trastorno crónico, a lo largo del desarrollo del niño, sus síntomas pueden cambiar o disminuir. Para más información concreta sobre los síntomas. Para más información consulta los criterios diagnósticos del TDAH.

Evaluación y diagnóstico

El diagnóstico de TDAH es fundamentalmente clínico, lo que quiere decir que el diagnóstico se basa en entrevistas y escalas aplicadas a padres y profesores. Sin embargo, cada vez son más los profesionales que defienden la necesidad de establecer el diagnóstico en base a una doble vía: conductual y neuropsicológica. La conductual se basaría en la presencia de síntomas recogidos en los manuales de criterios diagnósticos (DSM-V o CIE-10 son los más utilizados en la actualidad). Mientras que la neuropsicológica busca objetivizar al máximo el diagnóstico midiendo, a través de baterías y tests, diferentes aspectos cognitivos de la persona.

Intervención

Existe una creencia generalizada que el tratamiento de primera
elección para el TDAH siempre son los psicofármacos y, posteriormente, los tratamientos conductuales o psicológicos en general son secundarios. Nada más lejos de la realidad. Los organismos de salud internacionales dejan claro que cuando los síntomas pueden abordarse con intervenciones conductuales, no se debe ofrecer medicamentos. La decisión de comenzar un tratamiento de psicofármacos siempre debe ser pautada y vigilada por un médico psiquiatra o neurólogo especializado en población infantil. Además, numerosos estudios demuestran que aparecen mejores resultados cuando esta medicación está acompañada por un tratamiento conductual. Los tratamientos conductuales, por lo tanto, son cruciales en la mejora de los síntomas y de la calidad de vida de los pacientes con TDAH y suelen estar orientados no solo al trabajo con el propio niño, sino al trabajo con su entorno (familia, escuela y otros contextos en la vida del niño o niña).

Si tienes dudas sobre la eficacia de diferentes terapias orientadas a mejorar los síntomas de inatención e hiperactividad o impulsividad, es muy importante que consultes guías oficiales sobre las intervenciones terapéuticas en el TDAH.

¿Cómo podemos ayudar a un niño o niña con TDAH?

  • Mejora tu conocimiento sobre el trastorno. Busca información, conocer mejor las dificultades de tu hijo/a ayudará a hacernos comprender que no son niños maleducados, desobedientes o vagos.
  • Educa en positivo. Aumentar el uso de técnicas como el refuerzo positivo frente a otras como los castigos no sólo resulta más efectivo, sino que mejorará la relacion con tu hijo/a.
  • Estructura el ambiente. Hábitos, rutinas, organización, planificación, horarios, órdenes, normas… ayudarán a la niña o niño a ordenar su propia conducta.
  • Externalización de la información. carteles, fotos, dibujos, relojes, contadores, señales acústicas… ayudarán a recordar mejor las normas.
  • Internalización de los procesos: algunas técnicas como las autoinstrucciones, ayudarán a guiar la conducta de los niños y niñas.
  • Mantén una relación estrecha con el colegio. El colegio es el lugar donde los niños pasan la mayor parte del día y, para niños con TDAH, el lugar donde es más probable que aparezcan dificultades. Que los profesores conozcan las peculiaridades de los niños y niñas y que los apoyos que reciben en el cole continúen desde casa es fundamental para los pacientes con TDAH.

Si tienes dudas sobre si tu hija o hijo podría tener TDAH o si recientemente has recibido el diagnóstico y necesitas orientación, no dudes en escribirnos.

Manualidades como herramienta de estimulación

Si a tu hijo o hija le encantan las manualidades, ¡estás de suerte! Porque este tipo de actividades también le ayudarán a desarrollar todo su potencial. ¿Quieres saber cómo?

¿Para que sirven las manualidades?

  • Fomentan la creatividad: las manualidades son una forma extraordinaria de desarrollar la expresión artística ya que permiten a los más pequeños comunicar sus sentimientos y pensamientos a través del arte. La creatividad es una aptitud del ser humano que algunos autores han relacionado con la inteligencia. 
  • Mejoran el desarrollo de procesos cognitivos: unos de los procesos que se trabajan de forma más general cuando realizamos manualidades son la concentración y la planificación. Aunque podemos introducir una mayor carga cognitiva pidiéndole que recuerde los pasos o los materiales, de esta forma trabajaremos también la memoria.
  • Favorecen la comprensión y seguimiento de instrucciones: podemos utilizar las manualidades para mejorar la comprensión y el seguimiento de instrucciones, de forma oral o escrita, dependiendo de lo que queramos trabajar y también nos podemos apoyar con imágenes o pictogramas.  
  • Potencian el desarrollo de la motricidad: el carácter manipulativo de esta actividad hace que sea excelente para trabajar diversos aspectos motores. Cualquier manualidad se puede adaptar a la edad y la capacidad del niño o niña.  
  • Mejorar las habilidades sociales: si además usamos las manualidades como actividad grupal, es una excelente tarea cooperativa que puede mejorar las relaciones entre un grupo. 

Para saber más: 

Ferrando, M., Prieto, M. D., Ferrándiz García, C., & Sánchez, C. (2005). Intelligence and creativity.

Sternberg, R. J. (Ed.). (1999). Handbook of creativity. Cambridge University Press.
Ramírez, I. C. (2008). Desarrollo de la creatividad en Educación Infantil. Creatividad y sociedad, 20.

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